El ahorro energético es uno de los grandes quebraderos de cabeza que debemos afrontar a la hora de hacer las cuentas de casa. En ese sentido, cualquier sistema de calefacción está determinado por dos circunstancias vitales: la primera, tu necesidad de crear un clima agradable en casa, y la segunda, el gasto que supone. Las dudas son inevitables, como por ejemplo decidir entre gas natural o calefacción eléctrica.
Gas natural o calefacción eléctrica: ¿en qué se diferencian?
Es importante que elijas bien qué sistema instalar dependiendo de tus circunstancias. Aprende qué distingue un método de otro.
Gas natural
El gas natural es un suministro que exige de unos requerimientos previos para su instalación. Antes de nada, debes cerciorarte de que tu comunidad esté adaptada para él. Una vez has comprobado que sí, lo siguiente será ponerte en contacto con la compañía que selecciones y pedir el alta.
Dependiendo de la orientación específica del gas natural, puedes elegir entre un calentador de agua (en caso de que sólo quieras usarlo para este fin) o las calderas mixtas de condensación, que permite ambas cosas, desde las duchas de agua caliente hasta la climatización de casa.
Calefacción eléctrica
La calefacción eléctrica, por otra parte, es más habitual en viviendas que no estén habilitadas para la implementación de otra energía o para domicilios secundarios, en los que no se viva a diario, que estén determinados por un consumo mínimo.
Los tipos más frecuentes que encontrarás son los siguientes:
- Estufas de aceite. El sistema más clásico. El aparato en sí puede parecer económico, pero ojo, su abuso puede disparar el gasto.
- Calefacción con acumuladores. La medida más popular en casos condicionados por una tarifa con discriminación horaria. Es crucial tener presente las horas de consumo para controlar el gasto.
- Aire acondicionado. Hoy día, casi todos los aparatos de aire acondicionado tienen disponibles bombas de calor para climatizar el hogar de manera eficiente.
- Suelos radiantes. El problema del aire acondicionado suele ser que, a menudo, calienta la casa de manera divergente, provocando lo que se conoce como síndrome de los pies fríos. Con los suelos radiantes se evita precisamente eso, calentando el sistema que subyace al suelo.
En definitiva, ¿qué es más barato?
Si nos atenemos exclusivamente al precio pensando en un consumo diario, el gas natural es la opción más económica. Pero, de nuevo, esto va a depender del uso que le des, de la constancia en esa vivienda y de posibles tarifas de consumo eléctrico mínimo.